Disminuir el estrés parece el más aparente de los beneficios de viajar. Aunque sea una escapada de fin de semana y a un destino cercano, dejar atrás la rutina y el ritmo de la vida en la ciudad permite esa desconexión necesaria. Pero atención: la actitud lo es todo, porque también existe el llamado «estrés postvacacional», un estado de tensión por el dejar de viajar, por lo que los médicos recomiendan viajar al menos una vez al mes.
Así, la medicina puede ser peor que la enfermedad. Muchos estudios refrendan estos datos, cuyas conclusiones dicen que las personas que se toman más vacaciones son menos proclives a estar tensas, cansadas o deprimidas e incluso están más satisfechas en su matrimonio. Es decir, tienen mayor calidad de vida.
El cerebro, agradecido
Hasta hace tiempo que se viene viendo que el cerebro, a partir de la edad adulta, ya no se desarrollaba. Sin embargo, la ciencia ha demostrado que no es así, solo que para ello es clave entrenar y mantener activo nuestro cerebro.
Situaciones tan cotidianas como la necesidad de adaptarse a nuevas sensaciones, paisajes, sonidos, aromas, etc., hacer un reconocimiento mental del lugar en que uno está o tener que comunicarse en cualquier idioma que no es el nuestro, estimulan el cerebro y lo vuelven más activo. Viajar requiere, fundamentalmente, aprender y fijarse en todo lo extraño hasta que todo resulte normal y cotidiano a nuestros ojos. Esto es un ejercicio para tu cerebro y es como ponerlo en marcha de manera acelerada.
Consigue un corazón con más fuerza y autonomía
Viajar reduce el riesgo de infarto del corazón, sobre todo para las personas mayores. Las estadísticas indican que en las personas que viajan con frecuencia las probabilidades de sufrir un ataque al corazón son más de un 20% más bajas.
Autoestima fuerte
Todo viaje es una suma de situaciones que no son comunes: desplazarse, habituarse a un sitio no habitual, relacionarse con la gente autóctona. Y cuanto más lejos se viaja, mayor el reto, ya que implica entrar en contacto con costumbres de la zona, idiomas que no conoces, etc. Buscar los recursos para resolverlos y poder desenvolverse potencia la autoestima como pocas otras cosas pueden hacerlo.
El viaje también es una fuente de futuros recuerdos y anécdotas que puedes contar a los tuyos, por no hablar de las posibilidades que brindan en este sentido las redes sociales. Todo esto es lo que influye con reforzar la confianza en uno mismo.
Viajar te hace feliz
En conclusión viajar te hace más feliz que comprar cosas. La razón está en que los recuerdos almacenados, la suma de todo lo vivido, brinda un placer y un bienestar de largo plazo, mucho más de lo que dura la satisfacción que se siente al comprar algo.
Más aún, no solo el viaje se disfruta más que las «cosas», sino que la antelación de las experiencias que se han de vivir durante el viaje genera una sensación de felicidad mayor que la antelación de comprar objetos.